18.2.09

Una tramoya sin polvo

El viernes se estrenan los Teatros del Canal, en Madrid

Piensa diezsegundos en un espacio vacío. Sin apenas luz. La suficiente para ver figurar a un anónimo fantoche sobre un escenario límpido y escuchar su voz retumbar, enaltecida gracias a cuatro paredes altas y una tramoya vigilante. Y las 850 butacas vacías. Como lo hayas pensado, seguro que estará bien.
El espacio empieza a ocuparse, la luz a crearse y el fantoche permanece intacto: con su retumbar aplastante. Y las butacas, 850, se llenan. De ojos que van a observar o cabizbajear y manos que van a aplaudir o a evitar inmiscuirse. Al fantoche le sudan las manos. La garganta, seca. No puede evitarlo. El estómago, cerrado, a cal y canto.
El viernes se estrenan los Teatros del Canal, en Madrid, de la mano y obra de Albert Boadella. Es su pieza dramática, 'La Cena', la que va a romper el primer silencio en el escenario.
Pienso diezsegundos en el evento y se me olvida. Y me quedo de nuevo mirando, unas veces desde la tramoya, a metros de altura; otras, desde la butaca de la fila siete, a ras del escenario, un espacio vacío. Y pienso en el fantoche y me pienso, a mí misma, de fantoche. Estoy contenta. Tanto observar estrenos de paradas de metro a las afueras lejanas de Madrid, autobuses ecológicos sin tubo de escape y parques multi-familiares en los que sólo caben 3... me estaba claustrofobiando.

El fantoche anónimo es oxigenante. Y el teatro, en tiempos de crisis, más. Volvemos a las andadas de William Shakespeare y de Moliére. Incluso de Jardiel Poncela. Un espacio vacío para llenarlo de arte que viene y va, de arte que muere o revive. Los ojos y manos, aquí, son esenciales. ¡Mucha mierda, Albert!

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