Pero en el caso de que me preguntaras y pensase... la imagen del día sería otra. Una pequeña, morena y avispada, en un puerto de mar, levantino, con una bolsa de gusanitos. La bolsa, abierta. Tiene hambre. Los ojos, medio cerrados. Le molesta el sol. Y mira al objetivo, al fotografiado, sin más, sin miedo... No está muy convencida del vestido que porta.
Los barcos, a los lados. Su madre, a su derecha.
Es un segundo de infancia... retenido por una cámara y observado, comentado y admirado durante un par de diezsegundos a lo largo de la vida. Es lo que tienen los recuerdos y el efecto de congelarlos. En albunes, marcos, memoria de cámaras... se pueden almacenar momentos y tiempos. Es lo que tienen las nuevas tecnologías: cada vez más espacio para más fotos, músicas, chuminadas y memeces.
Hace un par de años, otra muchacha, morena y avispada, recorría el mismo puerto, con bolsa de gusanitos, madre a la derecha y sol radiante. No hay foto, ni constancia del vestido que portaba... Y sin marco ni álbum, ella se sigue acordando.