11.2.09

Marca páginas y papel-cartón

Se presenta un nuevo lector electrónico que almacenará "todos los libros que existen, en todas las lenguas"

Es una especie de ritual. No, perdón, más bien, una especie de costumbre mundial, internacional, nacional, local, regional... o lo que es lo mismo, costumbre en todo el mundo. ¿El qué? Leer un libro. Lo eliges de la estantería de casa, biblioteca del barrio o librería de la esquina. Lo coges sin más, lo pides prestado o lo compras. Y ahí empieza todo. Tu vida con el libro. Que huele a usado, a viejo y polvoriento o a nuevo, sin estrenar. Y fabricas una especie de marca páginas con un recorte de periódico, una tarjera de visita o una postal free. Y lo colocas junto a la entrañable dedicatoria del autor a su madre, mujer, hijos, sociedad, mundo. Y te dispones a leerlo. Y te enamoras de la historia. Y te da pena y remordimiento de conciencia para tu cultura en desarrollo... desprenderte de él. Y recuerdas cómo te topaste con él: sin quererlo ni beberlo... mientras cruzabas con la mirada una estantería en busca de algo que rompiese silencios perdidos. Y quieres que la humanidad lo descubra, lo mire, lo lea. Y lo dejas. Pero nunca lo olvidas. Su altura, su grosor, el color de su tapa, los rasguños del lomo, la tipografía pincelada...

El pasado martes Jeff Bezos, fundador y presidente de Amazon.com, comentó en la Morgan Library de New York que dentro de poco se podrán leer en el Kindle "todos los libros que existen, en todas las lenguas". Lo dijo en la presentación de la segunda versión del novedoso artilugio: un libro electrónico que puede almacenar más de 1.500 libros, comparado con los 200 que permitía el anterior modelo.
Yo lo miré, al libro-chisme, no a Jeff. Y pensé diezsegundos y recordé esa costumbre tan aparatosa pero gratificante del libro de papel y cartón. Éste, el digital, no está mal. Te olvidas de estanterías, de órdenes dentro del desorden, de búsquedas taquicárdicas. Pero vuelvo a pensarlo y diezsegundos y quiero papel, cartón, estantería alfabética...
Es curioso pero somos, eres y soy, mujer yo -no sé tú- de costumbres. Me cuesta conducir y toparme con un coche sobre el que cuelga (ya son el 93%) una matrícula desmatriculada a la europea -sin V, sin Z, sin M-. Y me alegra, lo contrario.
Mujer de costumbres, sí. Lo vuelvo a pensar y diezsegundos y decido rendir homenaje al papel y cartón. Aplaudo lo digital. Pero quiero un marca páginas. Y huyo de la pantalla luminosa, fría, gris y electrónica que nos está captando estos últimos tiempos.

10.2.09

Eulana

Hoy he pensado diezsegundos en Eluana Englaro. Tenía 19 años cuando un accidente de coche la dejó en coma. Corría el año 1992.
Y todo lo demás me da igual. Ayer murió a las 20.10, con 36 años. Ha vivido 17 años sobre una cama. Casi media vida. Y ya no hay coma, ni vida.
Yo miro esta foto y no lo entiendo.
No entiendo la Oda a la muerte que algunos han pincelado durante estos días, meses, años y que ayer sentían que triunfaban. No sé si desconectar la vida, eso, se celebra con cava, champán, zumo de piña o vino blanco.
Pienso diezsegundos mientras observo la sonrisa de Eulana. Todos querían vida para ella pero hay quien la veía borrosa, muy lejos o ya no lo veía. 17 años observando a alguien que vive callada, silenciosa... A mi, esa mirada, me hace pensar... Y ella, ¿qué estaría pensando de todo esto?